La Pianista

Se dice que "La Pianista" de Elfriede Jelinek es un libro autobiografico, si esto es cierto, la brutalidad y tragedia de la historia se multiplica y se vuelve inmanejable pues como en todas las tragedias humanas, lo que le pasa a uno le puede pasar a muchos, nos puede pasar a todos.

Ericka Kohut es una maestra de piano ya entrada en años, frustrada pues no pudo cumplir su deseo (o mas bien los deseos de su madre de ser una pianista famosa) y vive reprimida y casi encarcelada por su autoritaria y chantajeadora progenitora. Ericka no sabe lo que es el añor, ignora cómo se desarrollan las relaciones humanas en el mundo real y para ella su mundo se reduce a su madre, su pequeño apartamento, las clases y la vaga idea de que hay que ahorrar para comprar un departamento mejor y más grande. No tiene una habitación propia, hasta en eso la madre le ha negado su individualidad y Ericka, que a pesar de todo es humana y siente los desos propios de la carne, se ve obligada a satisfacer estas curiosidades de las formas más bizarras e inhumanas: practicando el voyerismo en los parques, donde una vez fue descubierta y tuvo que huir humillada, o en los inmundos locales visitados solo por trabajadores inmigrantes donde mujeres bailan y actuan desnudas y pueden ser vistas a través de pequeñas abertura en los muros y en lo que Ericka entra fingiendo una dignidad que contrasta ridiculamente con el giro del local.

Ericka odia porque no sabe amar, arrebata y envidia porque no sabe compartir ni alegrarse por los demás, los demás no existen para Ericka porque su madre ha creado un mundo en el que Ericka es el centro del universo, y el centro del universo de Ericka es su madre. Hasta que un hombre se interpone en esa imitación de felicidad doméstica: Walter Klemmer.

Walter Klemmer es un joven vigoroso, asiduo al deporte y alumno de Ericka, obsesionado con su profesora. En su obsesión existe algo de arrogancia pues no ignora que su profesora ya no es una jovencita y pronto se marchitara completamente y el quiere usarla para practicar sus artes amatorias antes de continuar su vida normal, existe también en su obsesión, cierta admiracipon por Ericka, curiosidad y misticismo. Ericka por su parte, se resiste a esta relación que viene a alterar su cómoda rutina diaria en la que no pasa nada y todo se cumple según horario, pero por otro lado no puede resistirse al encanto de este joven que promete revelarle mundos desconocidos para ella, pero el problema es que Ericka no sabe amar, ignora lo que es el amor y a esta altura de su vida, le resulta imposible manejar las complicaciones de una relación de una manera normal.

El mundo y la gente son para Ericka odiosos, es una mujer ruda y grosera, que no tiene remordimientos al criticar, vejar y humillar a sus alumnos o a los pasajeros del autobus que toma diariamente. El mundo exterior para Ericka no merece respeto pero esta misma mujer altanera se vuelve sumisa y temerosa al entrar al mundo interior, el pequeño apartamento que comparte con la madre.

Cuando al fin cede a los cortejos de Klemmer, Ericka le entrega una carta en la que da rienda suelta a lo que ella considera es el amor verdadero y le solicita, le ruega que acepte sus condiciones si es que quiere poseera. Ericka se entrega al masoquismo, pide ser humillada, golpeada, vejada, pide la tortura, tanto la ha torturado su madre y la vida que ahora ella misma súplica por la humillación, quiere sentir el dolor físico hasta el grado más extremo -ya en su juventud se automutilaba como una forma de confortarse, pues al no tener control sobre nada en su vida, ni siquiera un poco de privacidad, el dolor autoinflingido era una forma de controlar su propio placer- y así cree encontrar en Klemmer a un verdugo que le hara sufrir una dulce violencia.

Klemmer al principio cree que se trata de una broma y se resiste, las cosas no van saliendo como el esperaba, pero al final el también cede a la violencia y con esto, Ericka se da cuenta de su error y no entiende qué es lo que salió mal en la ecuación...

La Pianista es un libro digno de ser releído por la brutalidad de la narrativa, la música omnipresente en la obra y las discusiones sobre ésta, los cuestionamientos que plantea sobre la idea de que las mujeres son consideradas viejas o feas, o ambas apenas rebasan cierta edad y que su autoestima se funda casi siempre en la opinion que los otros tengan de ella, la debilidad, los recursos de la mente para enfrentar situaciones enfermas y no morir en el intento, los hombres que utilizan a las mujeres sólo para satisfacer su ego, las madres posesivas que pueden ir demasiado lejos con su amor por los hijos, en fin, un libro cuya historia sencilla encierra una complejidad que puede revelar algo del alma humana.