¿Platicar sobre mi época de escuela? uy...esa es una etapa muy oscura de mi vida, sobre todo cuando pienso en los años de la preparatoria -que en el politécnico se llama Vocacional, porque junto con el bachillerato se estudia una carrera técnica- no tenía muchas opciones. Mi padre me dijo que estudiaba en el Politécnico, o simplemente no estudiaba. No lo culpo, la situación no era fácil y era preferible por lo menos tener una carrera técnica en caso de que no pudiera llegar a la Uni.

Empezaban los 90's. Mi estación favorita: Rock 101 (debo confesar que estaba enamorada de Jordi Soler y me desvelaba oyendo "Los cuernos de la Luna" y "Gaveta 12") fue mi época dark. Me aventé toda la saga de las confesiones de un vampiro de Anne Rice y odie a Bradd Pitt por atreverse a interpretar a mi amado vampiro Louis . El grunge comenzaba a salir a la superficie, Nirvana y las bandas detrás de ellos transformaron el color de la década de un gris mediocre a un negro luctuoso... supongo que es porque los fines de siglo siempre tienen algo de melancólico.

Estudié en el legendario casco de Santo Tomás, ese que en el 68 fue tomado por el ejército, aunque la verdad ya nada quedaba del espíritu rebelde de esa época. Los porros habían tomado el control de casi todo. Más de una vez al mes llegaban los porros y nos sacaban de clases, golpeaban a los maestros, tiraban una de las puertas de la escuela y organizaban tardeadas, o simplemente secuestraban camiones y se llevaban a los chavos a protestar por cualquier cosa (si, los porros eran un brazo del PRI) algunas veces me fui en los camiones, y ahí trepada en el toldo de un Ruta 100 con mi amiga Camelia me sentía la dueña del mundo...lo malo fue cuando me dí cuenta de que todo ese barullo sólo era un pretexto para robar y embriagarse. Mientras los Ruta 100 -escoltados por la policía- avanzaban por las calles del Centro Histórico, las cortinas de los negocios se cerraban a toda velocidad y todo mundo corría a esconderse. Hay muchas cosas que puedo decir de esa época, pero sobre todo recuerdo algo que me pasó el primer año de Vocacional, en el '92. Durante la quema del Puma (que es una especie de rito donde se quema un "puma" de cartón y que se hace o se hacía antes del clásico de fútbol POLI-UNAM).

Fue durante mi primer semestre en la vocacional, las clases eran de 3 a 10 pm y faltaba una semana para el clásico. Era una de esas tardes frías de invierno en que a las 6 ya estaba todo oscuro. Estabamos en clase cuando se emparon a oír los petardos y los gritos, el maestro fingió no escuchar y siguió escribiendo en el pizarrón, todos nos mirabamos confundidos y algo asustados...eramos adolescentes y los chicos se veía que les galopaba el corazón de excitación. Los petardos y el barullo se oían cada vez mas cercanos, muchos habían dejado de escribir y el maestro hacía un esfuerzo sobrehumano para fingir que no pasaba nada.
Cuando fue obvio que los porros habían llegado a la escuela y ya estaban tirando las puertas y saltandose las bardas, los chavos se levantaron emocionados...ya en ese momento se podía adivinar quienes de nosotros se convertirían en los futuros líderes porriles. el maestro dejo de escribir y nos dijo algo que no puedo recordar, no había terminado de hablar cuando entró un tipo gritando que nos salieramos de la clase pero ya. El profesor intendo alegar algo, pero el otro lo calló de plano.

Nos salimos, en el patio había una hoguera y cientos de chavos bailando alrededor, en los edificios se veían tipos ya bastante mayorcitos y armados...la verdad me gustaría decir que me dió miedo, pero por alguna razón todo eso me produjo una emoción extraña, fue como si de golpe hubiera pasado de la niñez a la adolescencia.

Mis amigos y yo eramos de los más jóvenes, todos teníamos 14 o 15 años así que decidimos mejor huir, pero tuvimos mala suerte...unos tipos nos vieron cuando nos alejabamos y comezaron a gritarnos que nos quedaramos donde estabamos, mis dos compañeras salieron corriendo y no nos quedo más remedio que seguirlas. Ibamos muertos de risa y corríamos a toda velocidad gritando ¡ahí vienen! ¡ahí vienen! supongo que los tipos nos persiguieron una cuadra o dos, pero no tenían condición para más...así que después de un rato, practicamente corríamos por puro placer.

Sin embargo, después de que en la escuela, terminaron de quemar el puma los porros comenzaron a secuestrar camiones y hacían ronda por toda la colonia para terror de los vecinos. Tuvimos mala suerte, porque justo cuando nos dirigiamos al metro, uno de los tipos que nos había seguido nos vió y otra vez tuvimos que correr. Nos escondimos en el cine Cosmo -que ahora ya no es cine, es un edificio en ruinas que paso todos los días camino al trabajo- Mis amigos y yo seguíamos muertos de risa, haciendole bromas a una compañera que se había caído a mitad de la venida (lo quie nadie supo y no me atreví a decir, es que accidentalmente fui yo quien hizo que cayera, pues la pise mientras ibamos corriendo) le explicamos al encargado que nos venían siguiendo y el nos dijo que podíamos quedarnos ahi. Noa sentamos en el piso de la dulcería del cine y platicabamos casi a gritos de lo que habíamos visto o creído ver miestras corríamos. Me senté junto a Adrián, que era un niño flaquísimo y con cara de angelito de Boticcelli, me pregunto dónde vivía y cómo pensaba irme a mi casa...le dije que vivía lejísimos y que no tenía idea. Estuvimos así mucho tiempo, todos juntos, platicando de lo que haríamos en las vacaciones que empezaban la siguiente semana, cómo si trataramos de reconstruir los hechos con lujo de detalle, antes de dejar de vernos durante las fiestas de Navidad.

No recuerdo mucho de esas vacaciones, pero si recuerdo la sensación de libertad que tuve al recorrer la noche por primera vez...sin saber qué pasaría o cómo terminarían las cosas. Desafortunadamente esa noche marco muchas cosas para los que estabamos ahi escondidos en el cine, pues al regresar a la escuela, en enero, nos eneteramos que Adrían estaba internado en el hospital con leucemia...lo visitamos varias veces,
teniamos tan poco tiempo de conocernos, que parecía que en realidad el único lazo que nos unía con ese niño era esa noche de la quema del puma...a veces ni siquiera entrabamos a su habitación, simplemente nos quedabamos en los pasillos, platicando, pero habían pasado ya varios meses de aquella noche y habíamos cambiado mucho, de hecho a veces sólo nos hablabamos cuando estabamos ahí en el hospital...cuando estabamos por terminar el segundo semestre y ya casi no recordabamos a Adrian cundo nos enteramos de su muerte.

Para ese entonces, muchos de mis compañeros ya eran líderes porriles o habían dejado la escuela y yo de plano me había vuelto una misfit adolescente llena de ideas raras que todavía no me puedo quitar de la cabeza.

Sin embargo todos los que estuvimos esa noche con Adrian asistimos a su entierro, era cómo si no supieramos qué haciamos ahí, cómo si no nos conocieramos, por eso sigo preguntandome que fué lo que nos unió esa noche y qué fué lo que nos separó esa tarde...

Comments

Adam Roiter said…
Hace muchos años leí un libro de esos de poco tiraje que se titulado "fábrica de conciencias descompuestas". Fue mi primer encuentro con un mundo tan diferente al que yo viví, en mi adolescencia no había violencia en la escuela a no ser de por las riñas personales, no había camiones secuestrados, en esa edad creo que todos los adolescentes tenemos algo desdén por la autoridad, pero nunca a ese grado. Muy interesante tu relato.

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